Hannes Harms visualiza que las etiquetas RFID pueden rastrear los alimentos a lo largo de toda la cadena de suministro. De esta manera ayudaría a los distribuidores en los centros de procesamiento, así como a los compradores en las tiendas de comestibles.
Las etiquetas RFID son comestibles están y complementadas por un “plato inteligente”, esencialmente un plato de comida que contiene un lector RFID que se conecta vía Bluetooth a un ordenador. Al colocar en el plato un alimento que contenga RFID, los usuarios pueden crear fácilmente un sistema de manejo de la dieta.